miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Dónde estará el norte?

En estos tiempos que corren tenemos hombres "desnortados". El mundo les ha superado en velocidad, ha ido más rápido de lo que ellos se pueden adaptar (entre otras cosas porque no les interesa ya que les exige un gran esfuerzo).

La educación transmitida por los padres no coincide con las exigencias de su pareja. Necesitan un reciclaje urgente.

Quizá se deba a que los padres han exigido más a las hijas que a los hijos, pues a éstos en casa no se les ha obligado a nada, mientras que a las hijas se les ha exigido colaboración en casa e independencia fuera de ella. Lo que está muy bien pero produce enfrentamientos y reproches ya que los hombres no cumplen las exigencias del momento por no haber sido educados para ello.

Así que os propongo un regalo estrella para estas navidades: una brújula para ellos, a ver si conseguimos que encuentren el norte.

Aunque no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

lunes, 16 de noviembre de 2009

El hombre y la plancha


Domingo. 11:30 AM. Un hombre sin pantalones. Misión: plancharlos antes de que acabe el día. Se acerca sigilosamente a la plancha, escudriña sus orificios (siempre pensando en lo mismo), y deduce que habrá que llenarla de agua. La mete bajo el grifo (la plancha) y la rellena hasta el borde. De vuelta a la tabla de planchar y tras enchufarla, deduce que para que eso funcione hay que girar la ruletita, y la gira, como no, hasta el tope, piensa, cuanto más caliente mejor, claro.

Para planchar unos pantalones que tienen dos piernas, llega a la conclusión de que lo mejor será poner las dos piernas (del pantalón) una encima de la otra a lo largo de la tabla y meterle caña. Tras unos minutos de intentos infructuosos ve que eso no funciona, y decide probar a poner el pantalón de forma perpendicular a la tabla para ir planchado zona por zona. El resultado es que el pantalón pesa más por una zona que por otra, y se va resbalando hacia el suelo. Al ver que se le cae intenta agarrarlo mientras deja la plancha encima del pantalón, con lo cual se cae al suelo el pantalón, la plancha, se quema la pierna (menos mal que no ha sido otra cosa) y casi le aplasta el pie al caer. La plancha se rompe en 5 pedazos, dejando un charco de agua y una buena marca en el suelo. Antes de que llegue la mujer, recoge el estropicio como puede y pega los trozos con loctite.

Cuando llega la mujer, le hace una carantoña y le dice como quien no quiere la cosa.. "necesito pantalones para mañana... y por cierto, se me ha caído la plancha, pero creo que aún funciona..."

Hombres...

¿Te sientes identificada/o? Cuentanos tu/su experiencia con la plancha.